NeuroEducación: cuáles son los Neuromitos que hay que disipar

NeuroEducación: cuáles son los Neuromitos que hay que disipar

La neuroeducación nos señala cuáles son los neuromitos que debemos disipar. Es una importante tarea de los educadores tratar de disiparlos.

Los neuromitos en educación son conceptos erróneos sobre la investigación del cerebro y su aplicación a la educación y el aprendizaje.

Varios estudios demuestran que estos neuromitos en educación son persistentes, sobre todo en el público en general. Esto no sería de extrañar, pero resulta que también es bastante alto el porcentaje de docentes y de personas que tienen contacto con la neurociencia y que creen en estos neuromitos.

No obstante, estudios han demostrado que los esfuerzos en la capacitación en neurociencia y neuroeducación han logrado disminuir el porcentaje de quienes creen en los neuromitos, pero aún así sigue existiendo un porcentaje elevado de «creyentes». Hay estudios que citan que más del 70% de educadores cree en al menos una parte de los neuromitos populares.

Conocer, identificar y rechazar estos neuromitos en educación puede servir para generar mejores programas de educación y hacer valer en su verdadera dimensión la neurociencia aplicada a la educación, es decir, la neuroeducación.

 

NeuroEducación

La neurociencia educativa o neuroeducación es un campo emergente que llama la atención sobre las posibles implicaciones prácticas de la investigación en neurociencia para contextos educativos. Este nuevo campo representa la intersección de la educación con la neurociencia y las ciencias cognitivas y del desarrollo, entre otros campos, para desarrollar recomendaciones basadas en la evidencia para la enseñanza y el aprendizaje

Este campo emergente ha generado un interés creciente, pero también se reconoce ampliamente que los intentos de crear vínculos interdisciplinarios entre educación y neurociencia pueden crear oportunidades para malentendidos y falta de comunicación.

En este campo de la neuroeducación, algunos de los malentendidos más persistentes sobre la función del cerebro y su papel en el aprendizaje se denominan «neuromitos».

 

Por qué los neuromitos

Hay varios factores que contribuyen a la aparición y proliferación de neuromitos en educación, los expertos destacan:

  1. Diferencias en los antecedentes de capacitación y vocabulario profesional de educación y neurociencia.
  2. Poca accesibilidad a la investigación que fomenta una mayor dependencia de los informes de los medios en lugar de la investigación original.
  3. La falta de profesionales y organizaciones capacitadas para cerrar la brecha disciplinaria entre educación y neurociencia.
  4. El atractivo de las explicaciones que aparentemente se basan en evidencia neurocientífica, independientemente de su legitimidad.
 

Los neuromitos «clásicos»

A más de uno sorprenderá que los neuromitos «clásicos», más comunes y persistentes en educación, estén relacionados con:

  1. Estilos de aprendizaje
  2. Dislexia
  3. Efecto Mozart
  4. Azúcar y atención
  5. Cerebro izquierdo y derecho
  6. Porcentaje de uso del cerebro

Uno de los neuromitos más persistentes incluye la idea de que los estudiantes aprenden mejor cuando se les enseña en su estilo de aprendizaje preferido (es decir, VAK: visual, auditivo o kinestésico, según la Programación Neurolingüística). No existe evidencia científica ni empírica de que esto sea así.

En cuanto a la dislexia, es muy común que los docentes crean que se trata de reversiones de letras, cuando no necesariamente presentan este síntoma.

El «efecto Mozart» es otro neuromito que sostiene que si los bebés y niños escuchan la música de Mozart su cerebro se desarrollará mejor e incluso tendría consecuencias positivas en su personalidad de adulto. Nada de esto está científicamente comprobado.

El hecho de que el azúcar provea de energía metabólica, probablemente haya llevado al neuromito de que provoca hiperactividad, mal comportamiento y falta de atención. No existe tal relación, a pesar de que muchos padres y docentes lo sostengan.

Otro neuromito de los más extendidos es la creencia de que existe un cerebro derecho creativo y uno izquierdo de la lógica y razón. Probablemente esta creencia provenga de las investigaciones que localizan ciertos procesos en áreas determinadas del cerebro, lo que no significa necesariamente que haya un hemisferio para unas funciones y el otro para otras.

También muy extendido y persistente es el neuromito de que sólo usamos un 10% de la capacidad de nuestro cerebro. Está ampliamente demostrado que no es así. Nuestro cerebro funciona por completo y totalmente interconectado. O sea, que si desarrollamos ciertos conocimientos y habilidades no es porque estemos ocupando un espacio ocioso del cerebro, sino porque creamos nuevas conexiones neuronales (neuroplasticidad) en un cerebro activo en su totalidad.

 

El peligro de los neuromitos

La proliferación global de neuromitos entre los educadores es preocupante porque muchos de ellos están directamente relacionados con el aprendizaje y el desarrollo de los estudiantes. Por lo tanto, los conceptos erróneos entre los educadores podrían ser perjudiciales para su rendimiento académico y desarrollo intelectual. 

Por ejemplo, si un educador cree en el mito de que la dislexia es causada por reversiones de letras, los estudiantes que tienen dislexia pero que no demuestran reversiones de letras podrían no ser identificados y no recibir la atención adecuada. 

Otro ejemplo es el uso de los estilos de aprendizaje (VAK). Cuando no existe evidencia empírica ni científica, usar esta teoría en la planificación pedagógica, con el fin de mejorar los resultados de los estudiantes, plantea preocupaciones sobre la omnipresencia de la teoría y su impacto casi universal en los entornos de aula actuales.

Otra consecuencia perjudicial de los neuromitos es que algunos programas de educación comercializados que dicen estar «basados ​​en el cerebro» en realidad se basan en estos conceptos erróneos y tienen un apoyo empírico limitado. Entre las consecuencias, estaría que los distritos escolares o establecimientos educacionales, que no están familiarizados con los neuromitos, puedan dedicar tiempo y recursos a dichos programas, que de otro modo podrían haberse utilizado para intervenciones validadas empíricamente.

 

Cómo disipar los neuromitos

Los resultados de un importante estudio realizado por Kelly MacDonald de la Universidad de Houston y otros colegas de las universidades de Harvard y Denver, pueden dar pistas sobre posibles soluciones para disipar los neuromitos en educación.

En esta investigación se estudiaron poblaciones de educadores, personas con conocimientos de neurociencia y públicos en general. Se demostró que tanto los educadores como las personas con alta exposición a la neurociencia se desempeñan significativamente mejor que el público en general en cuanto a los neuromitos. A su vez, las personas con exposición a la neurociencia superan aún más el desempeño de los educadores. 

Sin embargo, llama la atención que tanto los educadores como las personas con alta exposición a la neurociencia continúan respaldando aproximadamente la mitad o más de los neuromitos «clásicos», a pesar de su entrenamiento. A pesar de ello, la capacitación tanto en neuroeducación como en neurociencia está claramente asociada con una reducción de la creencia en los neuromitos. 

A partir de los análisis de diferencias individuales, se encontró que los predictores más fuertes para rechazar los neuromitos, para la muestra completa, eran tener un título de posgrado y completar muchos cursos de neurociencia. 

Para la submuestra de educadores, los predictores más fuertes de rechazo a los neuromitos fueron completar muchos cursos de neurociencia y leer revistas científicas revisadas y serias. 

La calidad de la exposición a los medios es importante: las revistas científicas revisadas por pares mostraron la asociación más fuerte con el rechazo a los neuromitos, en comparación con otras fuentes de medios relacionadas con la ciencia (es decir, sitios web, revistas).

Estos hallazgos sugieren que los niveles más altos de educación y una mayor exposición a la ciencia rigurosa, ya sea a través de cursos o publicaciones científicas, están asociados con la capacidad de identificar y rechazar estos conceptos erróneos. 

Cualquiera sea la estrategia, es indispensable que los educadores tomen conciencia creciente de los neuromitos en educación para no perjudicar a estudiantes, a ellos mismos y al sistema educativo.

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  • Muy interesante el articulo. Hubo un par de mitos que los tomaba como ciertos (el efecto del Azúcar en la atención y las funciones del cerebro izquierdo y derecho) antes leer este articulo y de conocer mas sobre el tema. Considero que la aplicación de la Neurociencia en la educación es un tema fascinante que todavía está en pañales y no ha sido aplicado en todo su potencial a nivel educativo en colegios y universidades… Supongo que el cambio será gradual y conforme vayan saliendo nuevos descubrimientos en el area.

    Ana Gozalo Reply

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