
Emociones negativas, ¿se pueden evitar? ¿Qué pasa en nuestro cerebro?
¿Se pueden evitar las emociones negativas? ¿Hay un lugar en el cerebro donde se localizan? ¿Cómo es el mecanismo?
¿Puedes evitar las emociones negativas?
Todos hemos tenido emociones negativas y positivas en nuestra vida. Tendemos a pensar que no es bueno tener emociones negativas, pero, si crees eso, la mala noticia es que no podemos evitarlas, pero la buena es que es mejor que sea así.
Las emociones negativas, o las positivas, no se pueden evitar, aunque sí se puede moderar o controlar sus efectos y manifestación. Es decir, tu no puedes dejar de sentir miedo, por ejemplo ante un peligro, pero sí podrías controlar tus reacciones.
Igual que no podrías dejar de sentir alegría ante una buena noticia, aunque puedas disimularla, si quisieras, y no saltar y gritar como podría ser tu primera reacción.
Las emociones negativas fuertes inducen naturalmente a los humanos, y animales por igual, a cuidar y protegerse. ¿Qué hubiera sido de la humanidad si las emociones negativas no existieran?
Entonces, no sigas con la creencia de que no debes tener emociones negativas, no intentes luchar contra esta realidad, es una reacción del cerebro y no puedes evitarla. Eso sí, es bueno saber controlarlas, al menos eso nos dice la Inteligencia Emocional.
Pero ¿qué pasa si las emociones negativas son excesivas?
Las ansiedades y la depresión surgen cuando las emociones negativas se vuelven demasiado fuertes o demasiado frecuentes. Es posible que nuestro cerebro aprenda de experiencias anteriores, de modo que las células reaccionen más fuerte o más rápido a la siguiente impresión negativa. Es decir que en cierta manera nos podemos ir sensibilizando a las emociones negativas, creando en círculo vicioso que retroalimenta la negatividad y la hace creciente. Sin duda un problema para la salud mental y física.
No obstante una vez que la ciencia haya aprendido totalmente a comprender como funciona este mecanismo, podremos encontrar una manera de revertirlas o al menos contenerlas.
En esta investigación científica es donde se ha descubierto el papel que juega la ínsula. No, no se trata de una isla o algo así perdida en el pacífico. Entonces ¿qué es? ¿dónde está?
La ínsula o corteza insular
La corteza insular es una parte importante, pero casi oculta, de la corteza cerebral. Es una región del cerebro importante para regular las emociones, así como la empatía y el comportamiento social. Se encuentra profundamente incrustada en los pliegues de la corteza cerebral de humanos, primates y muchos otros mamíferos. Dado que la corteza cerebral en ratones, ratas y algunos otros mamíferos más pequeños es lisa, la corteza insular es más accesible para estudiarla en esto animales.
En la ínsula, la información sensorial, los estados corporales, los sentimientos y las emociones se unen. Sin embargo, la forma en que la corteza insular procesa esta información y cómo esto afecta el comportamiento es en gran medida desconocida: conocimiento que nos ayudaría a comprender mejor los mecanismos involucrados en la depresión, la ansiedad y los trastornos alimentarios, por ejemplo.
Reciente descubrimiento
Nadine Gogolla y su equipo en el Instituto Max Planck de Neurobiología ahora pudieron mostrar cómo la corteza insular de los ratones procesa sentimientos tan fuertes como el miedo o las molestias corporales, y cómo esto afecta su comportamiento. Los sentimientos y las emociones influyen decisivamente en nuestro comportamiento. Dice Nadine Gogolla, líder del Grupo de Investigación en el Instituto Max Planck de Neurobiología :
«Por ejemplo, si un ratón huele un zorro, la sensación de miedo hace que dude de explorar sus alrededores y también le impide comer»
Los estados corporales negativos como las náuseas tienen una influencia inhibitoria similar. Gogolla y su equipo ahora han demostrado que estos sentimientos negativos y ajustes de comportamiento muy diferentes están vinculados a través de la corteza insular posterior.
Las emociones negativas en el cerebro
El equipo de esta investigación ha descubierto que las células nerviosas de la corteza insular posterior responden a una gran cantidad de información sensorial, emociones y estados corporales diferentes. Toda la información que se procesa aquí tiene un efecto negativo directo o actúa como una señal aversiva para el animal.
Curiosamente, las células nerviosas individuales pueden reaccionar a muchos estímulos negativos diferentes, como el sabor amargo, el miedo, el dolor, la sed o las molestias corporales. Tan pronto como las células detectan estos estados negativos, envían la información a la amígdala o al núcleo accumbens a través de dos vías diferentes. Se sabe que estas dos regiones del cerebro regulan directamente el comportamiento de un animal.
«Por primera vez, ahora podríamos demostrar la influencia de la corteza insular en el comportamiento a través de estas dos conexiones»
La activación de la vía neuronal desde la corteza insular hasta la amígdala causa principalmente ajustes de comportamiento al miedo: el ratón reduce su ingesta de alimentos, contactos sociales y exploración de su entorno. Cuando los investigadores suprimieron la actividad de esta vía, los animales se volvieron menos asustados.
La otra vía, el camino hacia el núcleo accumbens, por otro lado, tuvo un efecto similar al de una enfermedad: los ratones dejaron de comer. Por el contrario, al inactivar esta vía, los animales todavía comían incluso cuando tenían náuseas. Y explica Gorgolla:
«Al poder modificar y observar directamente la actividad neuronal en ratones, pudimos mostrar relaciones mecanicistas específicas que son un paso importante hacia una verdadera comprensión de la ansiedad, la depresión y los trastornos alimentarios»
La Neurociencia sigue avanzando para explicarnos este y muchos otros secretos del cerebro.
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