
Cómo el Corazón influye sobre nuestro Cerebro
La relación entre el corazón y el cerebro es muy interesante. El corazón es el único órgano del cuerpo con la propiedad de enviar más información al cerebro de la que recibe. ¿Cómo se comunica entonces y en qué influye sobre el cerebro?
Las vías de comunicación
La estructura que sustenta la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo es el sistema nervioso. El sistema nervioso es uno de los sistemas más importantes y complejos del cuerpo humano, pues nos permite ser conscientes de todo lo que ocurre en nuestro medio externo e interno y responder ante los cambios que se produzcan.
Los órganos del sistema nervioso están constituidos por unas células especializadas llamadas neuronas y células auxiliares llamadas glía. Las neuronas se encargan de transmitir la información entre el sistema nervioso y los otros órganos del cuerpo, en un doble sentido: del cerebro a los órganos y de los órganos al cerebro (vías aferente y deferente). Esto lo realizan formando unas fibras que conocemos comunmente como nervios.
El sistema nervioso autónomo (SNA) es la parte del sistema nervioso que controla las funciones corporales involuntarias, como la frecuencia cardíaca, la digestión y la respiración. El SNA se divide en dos partes principales: el sistema nervioso simpático y el sistema nervioso parasimpático. Ambos sistemas trabajan juntos para mantener el equilibrio en el cuerpo.
El sistema nervioso simpático es responsable de la respuesta de «lucha o huida» del cuerpo. Cuando se activa el sistema simpático, se liberan hormonas como la adrenalina y la noradrenalina que aumentan la frecuencia cardíaca y la presión arterial, dilatan las pupilas y aumentan la sudoración. El sistema nervioso parasimpático es responsable de la respuesta de «descanso» del cuerpo. Cuando se activa el sistema parasimpático, disminuye la frecuencia cardíaca y la presión arterial, se contraen las pupilas y disminuye la sudoración.
Por otro lado, el corazón tiene su propio sistema nervioso, el sistema nervioso cardíaco intrínseco, que se compone de células nerviosas autonómicas sensoriales (aferentes), interneuronas y neuronas efectoras o de salida. El control nervioso de la actividad cardiovascular lo hace el sistema nervioso autónomo (SNA) a través de los subsistemas simpático y parasimpático. Controla la frecuencia cardiaca, la tensión arterial, la capacidad de contracción del músculo cardiaco y el flujo de sangre que lo alimenta.
La comunicación neurológica mediante la transmisión de impulsos nerviosos a través del SNA, y en especial el nervio vago, es una de las formas en que el corazón se comunica con el cerebro y viceversa.
La hormona ANF y la Oxitocina
Pero el sistema nervioso no es la única forma en que el corazón se comunica e influye en el cerebro. El corazón también produce la hormona ANF, la que asegura el equilibrio general del cuerpo: la homeostasis.
El péptido natriurético auricular (ANF), es un polipéptido estrechamente relacionado con el control homeostático del agua corporal, sodio, potasio y tejido adiposo. El corazón produce la hormona ANF. Uno de sus efectos es inhibir la producción de la hormona del estrés que incide en el cerebro y producir y liberar oxitocina, conocida como la «hormona del amor».
La oxitocina es una hormona producida por el hipotálamo, una pequeña región que se encuentra en el cerebro. Varios estudios científicos señalan que la oxitocina es la responsable de mejorar la capacidad del individuo para relacionarse socialmente, desarrollar empatía y tener mayor sensibilidad con la situaciones vividas por otras personas. Además, se ha demostrado que la oxitocina tiene un papel importante en el parto y la lactancia. También se ha sugerido que la oxitocina puede tener un efecto positivo en el estado de ánimo y reducir los niveles de estrés.
Hasta ahora, la ciencia moderna nos a dicho que todos los sentimientos residen el el cerebro, pero vistos estos descubrimientos, ¿volveremos a la antigua y romántica idea de que el amor también está en el corazón?
Los latidos del corazón
El cerebro está permanentemente atento a todo lo que nos rodea y también a nuestros órganos internos. tanto es así que, increíblemente, los latidos del corazón influyen en la forma en que el cerebro percibe el paso del tiempo. Según los investigadores, el corazón parece ayudar al cerebro a trabajar de forma más eficiente con recursos limitados.
Pero no solo eso, al cambiar el patrón del latido del corazón, alcanzando mayor coherencia cardiaca, se producen otros beneficios como mantener el cerebro más joven, incrementar la atención, la concentración y la memoria y mejorar la regulación de la inmunidad, del sistema hormonal y de los neurotransmisores cerebrales.
La coherencia cardíaca se refiere a la variabilidad de la frecuencia cardíaca (VFC). La variabilidad de la frecuencia cardíaca es la variación en el tiempo que transcurre entre los latidos del corazón, que se puede medir en milisegundos en un electrocardiograma. Si entre un latido y otro transcurre exactamente el mismo tiempo, se habla de una VFC nula.
Esta variación refleja la interacción entre el sistema nervioso autónomo, que como dijimos regula el equilibrio entre el sistema simpático y el parasimpático, y el sistema cardiovascular. La variabilidad de la frecuencia cardíaca muestra la capacidad de adaptación del corazón a la respiración, al estrés y a la relajación, y es un indicador de salud y de riesgo cardiovascular.
Cuanto más alta es la VFC las emociones son más positivas. En cambio el miedo y el enfado disminuyen la variación. Este hecho se emplea en neuromarketing, utilizando el electrocardiograma, para determinar las emociones que puede generar un mesaje publicitario o una marca.
Pero además, la VFC no solo influye en las emociones, sino que lo hace también en aspectos cognitivos. Asombrosamente, una alta variación se relaciona con una mayor inteligencia global, mejor memoria, mayor capacidad de atención y mejor procesamiento lingüístico.
Corazón y percepción
La neurocientífica Nazareth Castellanos en su libro «Neurociencia del Cuerpo» (muy recomendable, por cierto) cita algunos estudios de cómo el corazón moldea el cerebro. Entre ellos cuenta como se ha demostrado que el corazón interviene directamente en la percepción.
La percepción es un fenómeno subjetivo, no todos percibimos lo que nos rodea de la misma forma. De hecho, nuestro cerebro selecciona a qué prestarle atención, percibir o pasar por alto, además de darle luego una interpretación subjetiva. Pues bien, la percepción dependería de un eje cerebro-corazón.
En el proceso de atención y percepción, cuando el corazón late o se contrae (sístole) es el momentro en que buscamos la información que nos pueda resultar relevante. Eso se detecta a través del del movimiento ocular que se produce. Cuando descansa (diástole) es cuando fijamos la atención en algo (nuestros ojos quedan fijos). Finalmente (durante el parpadeo) el cerebro termina de hacer su trabajo de interpretación y percepción.
Como dice Castellanos: «El corazón no solo es una puerta a la percepción, marca también su ritmo de entrada»
Conclusión
La ciencia actual está dejando de considerar al cuerpo como dividido en partes casi independientes. Esa idea de compartimentar trajo grandes beneficios para la investigación y el conocimiento, puesto que permitió la especialización. Sin embargo, los trabajos científicos interdisciplinarios son cada vez más frecuentes, con una visión holística, considerando al cuerpo como un ente integral y totalmente interrelacionado.
El corazón ya no está siendo considerado solo como una bomba hidráulica cuya única función es impulsar la sangre por el sistema circulatorio. Está demostrado que interviene e influye decisivamente en nuestro cerebro por vías conocidas y otras muchas que aún se siguen explorando.
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